PRIMER REPORTAJE FOTOGRAFICO DE UNA BODA
Recientemente me adentré en el mundo de los reportajes fotográficos sociales, aunque reconozco que no fue algo planeado ni profesional. Todo empezó cuando mi señora, sin dar lugar a réplica, me dijo: “Tú vas a sacar las fotos”. El motivo era especial: el 65 aniversario de boda de mis suegros. No había un fotógrafo contratado, así que la responsabilidad recayó sobre mí. Sin grandes aspiraciones ni equipo de alta gama, acepté el reto.
El día comenzó con un contratiempo que podría haber arruinado todo: dejé el trípode apoyado en una pared del garaje. Me di cuenta demasiado tarde, cuando ya estaba en camino al evento. Pensé lo peor: tendría que improvisar sin trípode o resignarme a comprar uno nuevo más adelante. Por suerte, cuando regresé a casa, allí estaba, gracias a unos vecinos muy considerados. Crisis evitada, pero el susto inicial me puso nervioso.
El equipo que llevaba no era el más avanzado, pero tenía lo esencial: mi cámara Nikon D850 y un objetivo Nikon 24-120mm f/4 , que es versátil pero tiene sus limitaciones. La iluminación en el lugar tampoco ayudaba mucho; era precaria, para ser honesto. Al principio intenté usar flash, pero los resultados no me convencieron en absoluto. Las fotos parecían demasiado artificiales, así que decidí dejarlo de lado y confiar en el excelente rendimiento de la D850 en ISO alto. Sabía que podría recuperar algo de calidad en postproducción usando Lightroom , una herramienta que siempre me ha salvado en situaciones complicadas.Asumí que no iba a lograr tomas perfectas ni profesionales, pero quería capturar momentos auténticos. Así que seguí adelante, ajustando los parámetros de la cámara según las condiciones de luz y tratando de no perderme ningún detalle importante. Fue un desafío, pero también una experiencia gratificante.
Al final, estoy bastante contento con el resultado. Las fotos reflejan la calidez del momento y capturan la esencia de la celebración. Claro, no soy un fotógrafo profesional (ni pretendo serlo), pero esta pequeña aventura me enseñó varias cosas importantes:
- La preparación es clave : Nunca subestimes la importancia de revisar tu equipo antes de salir de casa.
- Adaptarse es fundamental : Si algo sale mal, hay que buscar soluciones rápidas. Dejar de lado el flash fue una decisión acertada en este caso.
- La tecnología ayuda, pero no lo es todo : Tener una cámara capaz de manejar ISO alto y contar con herramientas de edición como Lightroom puede marcar una gran diferencia, pero lo más importante es saber cómo usarlas.
En resumen, esta experiencia me recordó que no siempre necesitas el mejor equipo o las condiciones ideales para capturar buenos momentos. A veces, lo que realmente importa es la intención y el esfuerzo que pones en ello. Y, por supuesto, tener un poco de suerte nunca está de más.
¿Alguna vez te has visto en una situación similar? ¿Cómo lo resolviste? ¡Déjame tus comentarios abajo!
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